Lo primero, llegas al lugar y no se puede dejar el coche ya que está al lado de una casa en ruinas (a punto de caerse) y otra casa de una familia pegada a ella, por lo que tienes que entrar por la propiedad de los vecinos. Al llegar allí no había nadie para hacer el chek-in, lo que nos encontramos es la llave y la puerta no abría ya que estaba estropeada. Llamamos a la dueña (que se encuentra en la recepción de un hotel en Castro Urdiales) y para colmo, nos dice que ella no va a venir a abrirnos la puerta y con muy malos modales terminamos la conversación. Hemos pagado 100€ para estar allí fuera esperando y que no vengan a abrirnos, su solución al cabo de las horas fue meternos en otra casa que no es la que habíamos reservado. Muy mala experiencia ya que es un sitio muy caro para la calidad, muebles sucios, vajilla vieja y estropeada y en las camas se te clavan los muelles del colchón. Para no volver nunca.
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