Hotel construido en una vieja casona del siglo XVIII. Buena construcción, bien remodelado, con escaleras amplias, sin ascensor. Excelente ubicación, a un paso de la Plaza de la Paz y la Basílica Colegiata. Habitación amplia, espaciosa. Buena cama, cómoda. Mobiliario estilo colonial, muy bueno y suficiente. No hay frigobar, a pesar de los 30° que hay todos los días. No hay aire acondicionado, a pesar de los 30° que hay todos los días. Apenas un ventilador en el techo, curiosamente ubicado sobre un rincón de la habitación. Yo siempre los vi colgados en el centro de los ambientes que se pretende refrescar, pero como no soy ingeniero no opino. El internet llega solo en un radio de 10 metros de la recepción. Olvídese de tenerlo en las habitaciones. El desayuno es en otro hotel de la cadena que está a 50 metros. En mi opinión, desayuno muy mexicano, sin opciones para quienes no estamos acostumbrados. Un día pedí 2 tostadas y no tenían tostador, no hay mermeladas, ni fetas de algún fiambre o queso. El personal atiende bien a la gente.
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